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Juan Luis CalderónMarch 09, 2017

12 de Marzo de 2017 - Segundo Domingo de Cuaresma

Cuando los tres apóstoles vieron a Jesús transfigurado, su expresión no fue de miedo, sino que dijeron: "Qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas". Al ver y saber la verdad sobre Jesús, no se sintieron atemorizados por la nueva realidad (profundamente mística) a la que se enfrentaban, sino que quisieron permanecer en la verdad. 

El proceso de conocimiento de la verdad implica ponerse manos a la obra. No se aprende por ósmosis. No se forma la conciencia en dos ratos. Implica una tarea y propósito. Porque conocer la verdad supone deseo de encontrarla y disposición para revisar todos los aspectos de la vida con tal fin. Los apóstoles, ante Jesús transfigurado junto a Moisés y Elías, podían haber echado mano de prejuicios y conceptos habituales una y mil veces repetidos, tanto que hasta nos los creemos. Podían haber dicho: son fantasmas, son alucinaciones por algo que comimos, son visiones del demonio, es todo mentira... Si hubieran sido hispanos, los tres apóstoles hubieran dicho que era obra de brujería y santería y que Jesús necesitaba una limpia. 

El proceso de conocimiento de la verdad implica ponerse manos a la obra.

Sí, desgraciadamente utilizamos estos mecanismos de defensa para mantenernos en nuestros pobres criterios. Se podría leer el Evangelio en clave de transformación de los apóstoles. No solemos hacerlo y es una lástima, porque nos perdemos poder observar la evolución en la fe de los primeros cristianos. Eso nos ayudaría mucho para contemplar nuestro propio proceso de crecimiento espiritual.

En esta línea de pensamiento, los apóstoles hoy nos enseñan cuanto amor tenían por Jesús y su enseñanza, que aceptaron cuestionar todo y abrirse a la búsqueda. Es lo que, a mi juicio, es el modelo a seguir en este tiempo de cuaresma.

Es Jesús mismo quien les dice que no digan nada. No se trata de mantener el secreto sobre la identidad del nazareno. Se trataba de una invitación implícita a conservar todas estas cosas en su corazón (justo como sabemos que hacía la Virgen María, primera y gran discípula del Señor; Lc 2:51). Esta es otra de las peculiaridades de la búsqueda de la verdad: se necesita hacer en silencio y desde dentro. Lo lamento, pero la cuaresma no es tema para Facebook; no sirve para el exhibicionismo vano tan popular en estos tiempos de redes sociales. ¿Saben por qué? Porque en cuaresma no estamos buscando un vestigio arqueológico, sino a nosotros mismos, al verdadero yo que escondo dentro de mí.

La cuaresma no es tema para Facebook.

Esta experiencia de búsqueda dentro de uno mismo suena apasionante en teoría, Pero al mismo tiempo es una de las que más asustan al ser humano. De hecho hemos desarrollado toda una serie de mecanismos psicológicos, sociales y culturales que parecen más encaminados a ocultar la verdadera identidad de cada persona que a autoconocernos para ocupar nuestro lugar en el mundo. Situaciones como el machismo, el acoso escolar (bullying), “ir a la última moda”, las tendencias que nos uniforman, etc., se han convertido en problemas socio-psicológicos reales que necesitamos enfrentar más y más. Ser adolescente, por ejemplo, se ha convertido en un caos de presiones y abusos, en una etapa en la que el joven necesita dedicarse a explorar su nuevo ser y a conocer quién quiere ser; y en cambio vive controlado por la opresión grupal que le impide desarrollarse convenientemente. Son tantos los ejemplos que podríamos ofrecer para ilustrar el mundo en el que vivimos los que vivimos en una sociedad moderna urbana.

La cuaresma se presenta como la oportunidad y la invitación que Dios nos hace a dejarnos de máscaras y uniformes, de prejuicios y manipulaciones, para hacer un viaje interior que será el más apasionante de nuestra vida. Obviamente entrar en nuestro ser, conocernos, da miedo (o al menos asusta un poco). Por eso este tiempo de cuaresma está articulado como un proceso en el que se avanza poco a poco, semana a semana. Se desarrolla de manera individual y grupal a la vez. Aunque es una labor de cada uno, como la hacemos todos a la vez, ese “cada uno” lo hace con la ayuda de los demás, que están en las mismas. Ese aspecto comunitario de la cuaresma nos anima sin presiones, porque como todos se supone que estamos en lo mismo, nadie se preocupa de empujar al otro para ver si hace o no hace.

Así que liberémonos de miedos y perezas y manos a la obra. Usemos la cuaresma para lo que es. ¿Se imagina usted encontrarse con quien es de verdad? Ese es el destino al que nos guía la cuaresma. Y desde ahí a transfigurarnos como Jesús. Dejar de ser apariencia y ser verdaderos, auténticos, legítimos y, por fin, poder permanecer ahí en la verdad.

Si tiene algo que decir, cuéntemelo en palabra@americamedia.org, en Twitter @juanluiscv. Para suscribirse al boletín informativo (“newsletter”) semanal de "La Palabra", haz clic aquí.

Oración

Padre nuestro y Padre vuestro, Padre mío y de todos, que me hiciste único y, a la vez, miembro de tu familia. Acógeme ahora que estoy haciendo un proceso cuaresmal de descubrimiento de mí mismo. Me asusta encontrarme con cosas que no me gustarán. Me da pereza imaginar que tendré que cambiarlas. Me deprime sospechar que no seré capaz. Por eso te pido que ilumines mi proceso y animes mi exploración, para que sea una gran oportunidad de descubrir quién soy y qué pensabas cuando me creaste. Amén.

 

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