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Juan Luis CalderónApril 12, 2017
(fotografía: iStock)

Domingo de Resurrección

16 de abril de 2017

Grandpa Elliot cuenta en una de sus canciones que hay remedio para todo, menos para cuando te rompen el corazón. Dice así, por ejemplo, la primera estrofa:

When you got a headache
Headache powder soothes the pain
Go right back to sleep
And you feel all right again
When you got a backache
A little rubbin' 'll see you through
When you got a heartache
There ain't nothin' you can do.* 

Si no conocen la canción o al cantante, les recomiendo que la busquen en YouTube. Me encanta su modo de interpretar, el tono de la voz y su ritmo. En especial en esta canción en la que nos hace bailar, aunque nos crucifique con el fatalismo del mal de amores. ¿Será que, con música, las penas parecen menos?

Ahora, camuflar las penas con bonitas melodías o sublimarlas con lo que sea no basta para dar una solución concreta a los problemas, angustias y situaciones de nuestra existencia. No puede ser suficiente cantar “no hay nada que hacer”. Precisamente lo que necesitamos es una solución a cada problema, una respuesta a cada interrogante, una esperanza para cada tormenta. Si leyéramos la Biblia desde este punto de vista, nos daríamos cuenta de que eso es lo que Dios ha hecho a lo largo de la historia.

La actitud de Dios como creador, Padre y proveedor marca radicalmente la vida del hombre en la tierra. Desde el comienzo, la relación entre Dios y los hombres se ha basado en un diálogo. Es lo que llamamos Historia de la Salvación. Dios responde a las cuestiones del hombre y le plantea interrogantes para que comprenda que su existencia es mucho más que “pasar por aquí” o “tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol”.

Los días del Triduo Pascual nos enfrentan a las grandes preguntas finales del ser humano: el sentido del dolor, la muerte y la salvación. Muchos filósofos y pensadores han dado vueltas y vueltas a estos asuntos porque son fundamentales para entender nuestra existencia. Es por eso que están incluidos en los días más sagrados de nuestra fe cristiana.

¿No se había dado cuenta de eso? Estos días aglutinan todo lo que importa e interesa en una existencia. Es como una larga vida resumida en tres días. Hay amor, desamor, entrega, violencia, compasión, misericordia, crueldad, perdón, mentiras, soberbia, humildad… En la vida real y en la ficción, los dramas terminan con la muerte. Después de eso “there ain't nothin' you can do”.

Hasta que llegó Dios y cambió las cosas. La última frontera era la muerte. Muchos habían tratado de revelarse contra ella buscando pócimas mágicas, el elixir de la eterna juventud o una fuente de aguas milagrosas. Nada de nada. Todo inútil reducido a hermosas leyendas que dan mucho juego para hacer películas de aventuras (de esas que me gustan a mí).

La cultura popular (“que puede ser muy necia”, decía uno de mis profesores de teología) dice que “todo tiene remedio menos la muerte”. Lo aprendemos de niños y crecemos con ese fatalismo que nos pesa como una gran losa sobre la cabeza. Hasta llegar al día de hoy: el día de la resurrección. Remarco que esta es “la resurrección” porque, aunque ya hubo algunas antes (véase el comentario que publicamos el quinto domingo de cuaresma), ninguna con la fuerza definitiva sobre la muerte que tuvo la resurrección de Jesús.

Cuando el demonio termina de hablar sobre Jesús, Jesús muere. Las palabras del demonio son de muerte, mentira y destrucción. Él mantiene su línea desde Adán y Eva hasta hoy en día. Siempre lo mismo y siempre mal. Con él todo acaba en aniquilación.

No obstante, desde el principio (desde antes del demonio) la palabra de Dios es palabra de vida. El tiempo nace con una palabra que salió de los divinos labios. Su palabra es positiva, de vida y construcción: “Hágase” (Gn 1:3). Por eso, en este día que podía ser el más oscuro de la historia, Dios vuelve a hablar y Jesús resucita. Resucita además convertido en el Cristo. Así es como hoy, Domingo de Pascua, todos resucitamos con Él espiritualmente y todos podemos resucitar también físicamente al final de los tiempos (lo dice el Credo). ¡Pascua nueva y eterna!

Desde hoy, por mucho que digan los viejos, todo tiene remedio, incluso la muerte.

Si tiene algo que decir, cuéntemelo en palabra@americamedia.org, en Twitter @juanluiscv.

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*Cuando tienes un dolor de cabeza / el polvo para el dolor de cabeza sana el dolor / vuélvete de inmediato a dormir / y de nuevo te sentirás mejor / cuando tienes un dolor de espalda / una pequeña soba te ayudará / cuando tienes un corazón adolorido / no hay nada que puedas hacer.

Oración

¡Aleluya!

Instrucciones para rezar la oración de hoy: dígalo muchas veces. Sí, diga solamente “¡Aleluya!”. Hasta que resuene dentro de usted, hasta que sienta su eco en la mente y en el corazón. Diga solamente “¡Aleluya!” hasta que se lo crea.

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